sábado, 13 de marzo de 2010

Ansias de SER

Hoy, enredando entre mis papeles encontré este tesoro:

NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que casi es un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
Walt Whitman
Poeta estadounidense del siglo XIX. Autor de la poesía: ¡Oh Capitán, mi Capitán!
¿Recordáis la película "El club de los poetas muertos"?
Hay quien cree que está dirigida exclusivamente a los jóvenes. En mi opinión, es un canto a la libertad de la persona, una invitación a vivir intensamente la propia vida, a ser en cada instante y hasta el final, auténticos. Una llamada de atención para que no nos dejemos ni enlatar, ni etiquetar. Con frecuencia se ha banalizado el "Carpe Diem". Vive el momento, sí, pero cómo tú quieras, y no como una serie de gente, te imponga. A veces, sin darnos cuenta, vivimos como esclavos. Hay consignas, sutiles sí, pero que calan hondo: las lecturas, el ocio, el modelo de familia, los sentimientos, la forma de pensar...
Es nuestra propia vida y nunca debemos permitir que otros vivan por nosotros. Sólo de este modo seguiremos creciendo en cada instante. Aunque haya mucha gente que nos ponga barreras, si de verdad estamos vivos, si somos fieles a nuestros ideales, viviremos una vida de plenitud.
Como se dice vulgarmente, no se pueden poner puertas al campo.

jueves, 4 de marzo de 2010

¡No Somos Marsupiales!

¡Qué tontería, es evidente!
¿Seguro? Al menos debería serlo ¿Verdad? Pues yo tengo la impresión de que con demasiada frecuencia se intenta que los padres nos comportemos como si el cordón umbilical no se cortase NUNCA, NUNCA.
Por cierto, se dice todo lo contrario: Hay que dejar que los hijos crezcan, hay que darle libertad, a los 16 años ya son responsables, etc, etc; pero a renglón seguido se culpa a los padres de todo aquello que los "eternos niños hacen mal".
No pretendo con esto abandonar a los hijos a su suerte nada más nacer, ni mucho menos. Me parece fundamental e insustituible la labor de los padres para ayudar a que los hijos crezcan sanos en cuerpo y alma, y eso que llamamos "educar" lo veo absolutamente necesario para el desarrollo personal, tanto de los hijos como de los propios padres. Aunque no lo digan, la mayoría de los padres saben lo mucho que le han enseñado sus hijos desde que los oyeron llorar por primera vez.
Sin embargo, para que esto pueda ser una realidad, creo que es esencial tener en cuenta que, desde el mismo momento de su nacimiento, desde que se corta el cordón umbilical; el niño es otra persona diferente a la madre, con su propia trayectoria vital, sus sentimientos y sus experiencias. Sólo podremos respetar a nuestros hijos si tenemos siempre presente esta realidad.
La mayoría de los padres desearían sufrir ellos mismos todas las malas experiencias de la vida con tal de evitar el sufrimiento de sus hijos, pero no puede ser así. La naturaleza es implacable y sabia, no se salta las leyes. Cada persona es el fruto de la genética y de sus experiencias. El sufrimiento nos ayuda a madurar. Me parece tremendamente injusto el responsabilizar a los padres, por sistema, del fracaso de los hijos.
Esta reflexión viene al hilo de las "nuevas-ancestrales" tendencias que intentan que, en el parto, bajo ningún concepto se pierda el contacto piel con piel del hijo recién nacido, con la madre. Me parece bien, saludable, muy beneficioso, fantástico, pero siempre y cuando tengamos presente, que el niño y la madre son personas diferentes, y que lo que en un momento puede ser muy bueno para el hijo, puede ser perjudicial para la madre.
La sociedad no debe someter a los padres al chantaje de abandonar a las personas a su suerte, porque sabe que siempre habrá unos padres dispuestos a darlo todo por sus hijos.