jueves, 26 de julio de 2012

Y ahora ¿Qué?

Han comenzado los recortes y se observan las primeras reacciones. Está claro que ha aumentado la incertidumbre, el desconcierto y el miedo. Son sentimientos sinceros y espontáneos que me parecen inevitables.
Miedo a perder el trabajo, miedo a perder la familia, porque tus seres queridos tienen que emigrar. Miedo a no tener una jubilación digna. Miedo a perder la salud... miedo al mañana. Auténtico miedo.
Incertidumbre y Desconcierto. Sí, un desconcierto enorme: Pero, ¿Cómo es posible? Siempre nos toca los mismos. ¿"Esto" son las famosas reformas estructurales? ¿Cuándo se lo van a tomar en serio? ¿No han comprendido que ya ha pasado el tiempo de los Señores Feudales y que 17 + 2 “Reinos de Taifas” son demasiados? ¿Es qué todo va a seguir igual? Yo creía que ahora sería diferente… ¿Alguien sabe qué puedo hacer con mis ahorros? etc,etc.
Hay otras reacciones, que no siempre me parecen tan sinceras y que además pueden resultar muy peligrosas. Me refiero a la indignación. Es fácil llamar al descontento y alimentar el resentimiento y la ira. Estas son reacciones que a mi modo de ver no nos podemos permitir. No olvidemos que los estados de ánimo son muy contagiosos.
La mayoría de nosotros no somos gestores, no tenemos responsabilidades políticas directas y lo único que podemos hacer es mantenernos firmes y trabajar unidos para salvar los servicios públicos y lo poquito que nos queda de este nuestro País. Trabajar y afear e impedir las conductas insolidarias e irresponsables, que nos rodean, sean de quien sean, pero teniendo siempre presente que solidarizarse no es un grito, ni un gesto, es una acción.

2 comentarios:

  1. Creo que el derecho a manifestarnos, a expresar la indignación, el inconformismo, y las ganas de un cambio profundo (ya que es obvio que algo no funciona), son las únicas armas que nos quedan para no sucumbir a la barbarie del tijeretazo a la que estamos siendo sometidos. Estoy totalmente de acuerdo que la solidaridad es una acción, y creo firmemente, y así lo digo sin pudor, que la mayor parte de los funcionarios de este país han sido solidarios durante años, soportando congelaciones salariales y trabajando honradamente y con esfuerzo por y para un sistema en el que creían. Pero en lugar de agradecimiento encontramos que se nos está demonizando cruelmente. Existe un linchamiento social fruto de la manipulación mediática y de los actuales dirigentes y de aquellos que trabajando en el ámbito privado, han disfrutado de las excelencias de lo público sin apreciarlo ni comprenderlo, ni por supuesto, solidarizarse con él en los momentos duros. ¿Cuánto más tendremos que soportar?
    He trabajado (y aún lo hago) durante 18 años en la administración pública, cumpliendo fielmente mi horario de trabajo y alargándolo en muchas ocasiones sin recibir incentivo económico alguno, he aguantado que me suprimieran días libres por falta de personal (bajas largas que no se cubrían nunca pese a la obligación de hacerlo, y que repercutía directamente sobre una planilla siempre bajo mínimos),y una infinidad de cuestiones que podría contarte y que te harían pensar en la palabra mencionada: solidaridad.
    No estoy dispuesta a tolerar que sigan pagando justos por pecadores, que se continúen con los tijeretazos para los de siempre, sin que ese afán de saneamiento llegue a aquellos niveles a los que tiene que llegar.
    No me arrebatarán el grito, es lo único que me queda, tal y como están las cosas. Para aquellos que les incomode, siempre pueden hacer lo de siempre, mirar hacia otro lado y buscarse unos buenos tapones...

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  2. Hola Berni: Qué alegría verte por aquí.
    Estoy de acuerdo casi en todo lo que dices, pero creo que a parte del grito tenemos que hacer algo más, porque esto se hunde. ¿Cuántos incopetentes tienes a tu alrededor que bloquean continuamente tus sugerencias y tu trabajo? Hazle la vida imposible, plántale cara.
    Si todos los empleados de lo público, en cada uno de los sectores, bloqueáramos a los que permiten los recortes y denunciáramso cada una de las injusticias que nos rodean, esto no podría seguir.
    Lo importante es comprender que no podemos formar parte del Caballo de Troya con el que están intentando destruir en este caso la Sanidad.

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