Han comenzado los recortes y se observan las primeras reacciones. Está claro que ha aumentado la incertidumbre, el desconcierto y el miedo. Son sentimientos sinceros y espontáneos que me parecen inevitables.
Miedo a perder el trabajo, miedo a perder la familia, porque tus seres queridos tienen que emigrar. Miedo a no tener una jubilación digna. Miedo a perder la salud... miedo al mañana. Auténtico miedo.
Incertidumbre y Desconcierto. Sí, un desconcierto enorme: Pero, ¿Cómo es posible? Siempre nos toca los mismos. ¿"Esto" son las famosas reformas estructurales? ¿Cuándo se lo van a tomar en serio? ¿No han comprendido que ya ha pasado el tiempo de los Señores Feudales y que 17 + 2 “Reinos de Taifas” son demasiados? ¿Es qué todo va a seguir igual? Yo creía que ahora sería diferente… ¿Alguien sabe qué puedo hacer con mis ahorros? etc,etc.
Hay otras reacciones, que no siempre me parecen tan sinceras y que además pueden resultar muy peligrosas. Me refiero a la indignación. Es fácil llamar al descontento y alimentar el resentimiento y la ira. Estas son reacciones que a mi modo de ver no nos podemos permitir. No olvidemos que los estados de ánimo son muy contagiosos.
La mayoría de nosotros no somos gestores, no tenemos responsabilidades políticas directas y lo único que podemos hacer es mantenernos firmes y trabajar unidos para salvar los servicios públicos y lo poquito que nos queda de este nuestro País. Trabajar y afear e impedir las conductas insolidarias e irresponsables, que nos rodean, sean de quien sean, pero teniendo siempre presente que solidarizarse no es un grito, ni un gesto, es una acción.