Otro año más nos avisan que ha comenzado la Feria del Libro. Grandes anuncios: "Hay que leer. La lectura os hará libres. La salvación a través de la lectura. Sólo serás persona, si lees..."
Me preocupa.
Es una paradoja, que en una sociedad donde se defiende como un tesoro la biodiversidad, todos los puestos de la "Feria" (vaya palabra) tengan los mismos libros.
Se habla mucho de la televisión basura, pero a mi juicio, muchos de los éxitos literarios no están dirigidos precisamente a favorecer el enriquecimiento personal. Estoy en medio de personas que leen, que son grandes profesionales, pero a la hora de hablar, rara vez hablan por sí mismas. Cada vez encuentro menos gente que se exprese de forma auténtica. Da la impresión de que la mayoría aceptan lo que leen como verdades incuestionables. Se enorgullecen de la voracidad con la que engullen los libros de moda, pero a veces tienen auténticas indigestiones de palabras. Dicen lo que piensan otros. Echo de menos las ideas propias, las que brotan del alma, las que surgen del análisis y de la experiencia personal. Existe una especie de autocensura que ha convertido el pensamiento único en una triste realidad. Ignoro los motivos. ¿Miedo a ser rechazados por pensar de forma diferente? ¿Comodidad? ¿Falta de espíritu crítico?
Para que la lectura sea enriquecedora tenemos que leer sí, pero sobre todo, pensar, analizar, cuestionar; en una palabra, ejercer de personas libres.