Hoy escuché una noticia que en principio me llenó de perplejidad.
"Un millonario ha donado 20 millones de Euros a Cáritas. Se ha creado una gran polémica por este motivo..."
En un primer momento pensé, ¿Pero cómo puede parecerle mal a nadie el que alguien colabore con Cáritas?
Al no me haberme enterado bien, hice una búsqueda en Google y comencé a leer algunos comentarios:
“Si quieres crear riqueza en tu país, abre con esos 20 millones una
fábrica, da de comer a muchas empleadas y a sus familias y crea
riqueza"... AllegraMag. Tiene razón, pensé.
Seguí leyendo: “Amancio
Ortega dona 20 millones a Cáritas. Ya ha hecho más que los sindicatos en
toda su Historia”, (@AnaLidiaGimeno). Esto también tiene sentido.
“¿Y si Amancio Ortega pagara sus impuestos en España en
vez de en Irlanda y sus FÁBRICAS estuviesen AQUÍ ?” Ramón Ortiz (@ramn_ortiz)
"Amancio Ortega, además de seguir creando empleo, dona 20 Millones a Caritas” (@rmarigorta).
"Es mejor hacer algo que nada", decían en mi familia.
De todo ésto he sacado en claro dos cosas:
1º En general somos implacables con los "otros". Exigimos que sean intachables, perfectos, sacrificados, humildes, desinteresados, generosos... Que no se conformen con dar las sobras. Probablemente si Amancio Ortega no hubiese salido al extranjero a ampliar su negocio hoy no podría desprenderse de 20 millones de Euros.
2º A veces, basta reflexionar un poco e intercambiar algunas opiniones, para que lo que en principio parecía la verdad absoluta se transforme en algo cuestionable.
Cuestiones aparte, desde aquí quiero agradecer a Amancio Ortega su generosidad porque 20 millones de Euros para los pobres son muchas buenas noticias, pero sobre todo quiero agradecerle el que gracias a su coraje haya empresas españolas que, a día de hoy, crecen y se respetan en todo el mundo.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
lunes, 12 de noviembre de 2012
¿Hay alternativas a la huelga?
Existe un ambiente de angustia generalizado. Es lógico. Por fin comenzamos a sentir lo que significa ser pobres, o lo que es peor, vivir en un lugar donde no hay recursos.
Ante una catástrofe natural, generalmente se ponen en marcha una serie de acciones solidarias, que ayudan a hacer mas llevadero el desastre. ¿A alguien se le ocurriría convocar una huelga después de un terremoto porque no hay agua, por ejemplo? Está claro que eso no lo haría ninguna persona con un mínimo de humanidad. En esos casos lo humano es construir, apoyar, ayudar, sumar.
No hace falte que describa una vez más los problemas con que nos encontramos en esta crisis. Cada uno de nosotros conoce de cerca alguna de las tragedias que se viven cada día.
Trabajo en sanidad, y he observado que hay pacientes que no pueden permitirse el pedir días libres para acudir al médico. “Prefiero morirme a perder mi empleo, que es el sustento de mi familia” he oído decir en más de una ocasión.
Ante una situación así, tenemos todo el derecho a estar indignados. Faltaría más. ¡Somos gente con corazón! Ahora bien, yo me pregunto ¿Es lícito hacer huelga de médicos en este momento? ¿Alguien cree que dejando de trabajar se arregla algo? ¿Qué puedo hacer yo como personal sanitario para ayudar? Se me ocurren algunas ideas:
- Propongo que hagamos turnos extra para hacer protocolos en los que revisemos cada uno de los procesos para mejorar el rendimiento y que nos esforcemos por ponerlos en práctica de inmediato.
- Propongo Optimizar los recursos, materiales y humanos. Cada uno de nosotros conoce mejor que nadie donde y como se puede ahorrar. Y que de forma objetiva transmitamos lo que sabemos a la administración.
- Se me ocurre flexibilizar voluntariamente nuestros horarios para que ningún paciente se sienta en la necesidad de elegir entre su salud o su puesto de trabajo.
Esto para empezar.
No es cuestión de hablar, hay que hacer. Ofrecer soluciones concretas, propuestas alternativas a las proclamas incendiarias. Diciendo que los políticos son unos impresentables, que a dónde nos van a llegar, que sólo defienden sus intereses etc, etc, no aportamos nada.
Estamos en el siglo XXI con sus cosas buenas y malas. No podemos seguir anclados con los métodos de lucha del siglo IXX. Es hora de que el que tenga alternativas a la crispación y al acoso y derribo, las exponga públicamente.
Esto es una situación excepcional. Necesitamos la colaboración de todas las personas que quieran defender la sanidad construyendo, apoyando, ayudando, sumando. No es cuestión de hablar, hay que hacer. Ofrecer soluciones concretas, propuestas alternativas a las proclamas incendiarias. Diciendo que los políticos son unos impresentables, que a dónde nos van a llegar, que sólo defienden sus intereses etc, etc, no aportamos nada.
Estamos en el siglo XXI con sus cosas buenas y malas. No podemos seguir anclados con los métodos de lucha del siglo IXX. Es hora de que el que tenga alternativas a la crispación y al acoso y derribo, las exponga públicamente.
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