En mi empresa han construído un edificio nuevo ¡Es fantástico! Amplio, luminoso, con muebles de diseño, totalmente proyectado hacia el cliente. Aparentemente para no romper la armonía del entorno, alguien ha dado una orden: "Prohibido traer nada del edificio antiguo. Prohibido colgar nada en las paredes. Los despachos han de ser polivalentes".
Vaya con la "palabrita": ¿Polivalente? = ¿Funcional? = ¿Impersonal?
Hay algo que no entiendo. A mi modo de ver lo más importante de cada empresa debería de ser la autenticidad, que va íntimamente unida a la creatividad, a la ilusión y a la eficiencia. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI dónde las empresas punteras luchan por capatar a los mejores y hacer que los trabajadores se sientan vinculados, enraizados y comprometidos con sus proyectos, todavía existan directivos que sólo quieren rodearse de "seres robotizados"?
Sin querer me repito. Suscribo lo que decía hace un año en una de mis últimas entradas: Se acabaron los conflictos. Entonces no encontraba soluciones, sólo planteaba preguntas. Hoy se me ocurre algo para mejorar el sistema: No renuncies a ser persona allí donde estés, incluso en el paro. Cultiva tu propio estilo. Sé auténtico. Puedes personalizar tu entorno sútilmente: Un clip verde fosforito, uan sonrisa, un bolígrafo... Sobre todo trabaja con ilusión en lo que sea. Rompe la rutina. No dejes que nadie te convierta en un autómata. Exige. Recuerda que hay muchas personas muy preparadas que no tienen la suerte de poder trabajar. Allí donde te encuentres, sé fiel a tí mismo. Descubre que el significado está dentro de ti. No dejes de ser tu propio jefe.
Se me ocurre que esta puede ser una forma de luchar por la excelencia.
Buenos días. ¿Te apuntas?