Hace algunos años, una niña, ya mayorcita, le dijo a su mamá:
"Mamá mis amigos dicen que los Reyes Magos son los padres".
La mamá miró a su hija fijamente y creyendo que ya había llegado el momento de hablarle con claridad le respondió:
"Pues claro hija mía, los Reyes Magos en realidad son los padres.
En ese momento la niña comenzó a llorar desconsoladamente, por lo que la madre asustada ante la reacción de su hija, la abrazó con fuerza y le dijo:
"Pero hija, no te asustes, sólo era una broma.
La niña miró a la madre de nuevo, esta vez con los ojos llenos de alegría, y le contestó:
"¡Menos mal mamá! ¡Qué peso me has quitado de encima!
En realidad, nuestra amiga tenía razón. Es difícil caminar por la vida arrastrando el lastre de nuestra materialidad. Es muy duro afrontar la realidad del día a día, como si tratase de una tragedia griega. La vida deja de ser divertida cuando dejamos de jugar.
Los Reyes Magos, la ilusión, la esperanza, la fe en nosotros mismos y en nuestra capacidad de regeneración, existen; y es una pena que con frecuencia nos empeñemos en renegar de esas ALAS tan necesarias para aligerar el peso de la realidad tangible y disfrutar de la vida como auténticos niños.
¡Menos mal que existen los Reyes Magos!
"Mamá mis amigos dicen que los Reyes Magos son los padres".
La mamá miró a su hija fijamente y creyendo que ya había llegado el momento de hablarle con claridad le respondió:
"Pues claro hija mía, los Reyes Magos en realidad son los padres.
En ese momento la niña comenzó a llorar desconsoladamente, por lo que la madre asustada ante la reacción de su hija, la abrazó con fuerza y le dijo:
"Pero hija, no te asustes, sólo era una broma.
La niña miró a la madre de nuevo, esta vez con los ojos llenos de alegría, y le contestó:
"¡Menos mal mamá! ¡Qué peso me has quitado de encima!
En realidad, nuestra amiga tenía razón. Es difícil caminar por la vida arrastrando el lastre de nuestra materialidad. Es muy duro afrontar la realidad del día a día, como si tratase de una tragedia griega. La vida deja de ser divertida cuando dejamos de jugar.
Los Reyes Magos, la ilusión, la esperanza, la fe en nosotros mismos y en nuestra capacidad de regeneración, existen; y es una pena que con frecuencia nos empeñemos en renegar de esas ALAS tan necesarias para aligerar el peso de la realidad tangible y disfrutar de la vida como auténticos niños.
¡Menos mal que existen los Reyes Magos!